
Interior
Las amenazas de los narcos a policías y guardias civiles se trasladan a los niños
Los tentáculos del narcotráfico en el Sur de España sigue provocando amenazas tantos a los agentes como a sus familias

"Mamá, por qué dicen que papá es un chivato", pregunta un niño a su madre cuando sale de su colegio en Algeciras. La progenitora cambia de tema pero las palabras de su hijo aún resuenan en su cabeza durante meses.
Un episodio que parece eventual, pero se reproduce en muchos de los centros escolares del Sur de España donde los tentáculos del narcotráfico afectan a los policías nacionales, a los guardias civiles y a sus familias.
La presión policial a los traficantes de la droga ha generado que estos delincuentes utilicen cualquier herramienta que puedan tener a su alcance para frenar la labor de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
En un primer momento, han intentado acosarles: seguir cada movimiento de estos funcionarios en su trabajo y durante su tiempo libre. También con extorsiones. Sin embargo, viendo su actitud inquebrantable ahora apuntan a su punto débil: las familias.
"Viva los narcos. Fuera Policía", son las pintadas que campan a sus anchas en uno de los barrios más conflictivos de Sanlúcar de Barrameda. Una localidad azotada por los delincuentes que son idolatrados por sus niños ya que los ven como un modelo a seguir. "Siempre nos han intentado coaccionar", explica a LA RAZÓN uno de los agentes que está en el radar de estos traficantes.

"Hace un año estaba pasean con mi familia por el Ikea. Comprando cosas para la casa de forma despreocupada. En un momento dado, crucé la mirada con un narco al que habíamos detenido con armas en una operación. Me alejé de mi mujer y mis hijos todo lo que pude para que no me relacionara con ellos", detalla este policía. Estos efectivos se limitan en muchos aspectos de su vida para proteger a sus seres queridos.
Un ataque que ya consideran, lamentablemente, habitual es la muerte de sus animales de compañía por envenenamiento. Las denuncias se ponen, pero nunca se puede identificar a los responsables. "Policía de mierda, símbolos de ACAB (acrónimo en inglés de la frase: 'todos los policías son bastardos'), muerte a los chivatos... son algunos de los ejemplos que adornan las calles", lamenta uno de estos funcionarios.
Estas "advertencias" también se han trasladado a los centros educativos donde tienen que convivir los hijos de los agentes con los niños de los sujetos que están investigando.
Una extraña convivencia que sufren estos menores que soportan como se insultan a sus padres. "Cuando están en cursos pequeños no entienden estas cosas, pero cuando crecen la cosa se complica", explica uno de los policías que ha sufrido este problema en sus propias carnes.
"Hay hijos que muchas veces han sido excluidos en el recreo o de las actividades porque eran conocedores de que sus padres eran policías o guardias civiles. Les consideraban unos chivatos. Un término que han escuchado siempre en sus casas. Es el mismo vocabulario de los narcos", detalla uno de los agentes antidrogas de la zona de Barbate.
Los niños quieren ser narcos
Precisamente, este especialista en las organizaciones criminales del Campo de Gibraltar relata a LA RAZÓN una anécdota de un compañero de su grupo cuya mujer es profesora de un colegio.
Esta docente comienza sus cursos con una pregunta recurrente y habitual para sus alumnos: ¿Qué queréis ser de mayores? Las respuestas asombraron a esta maestra. "Narcos para tener un Mercedes y para vacilar de oro", afirmó uno de los chicos que tiene menos de diez años.
No se quedan ahí. Otro de estos menores llegó a decir que "de mayor quería ser la persona que robaba a los narcos". "Entonces todavía más grave esa situación", explica este funcionario. También se viven momentos delicados cuando se comentan en clase las posesiones que tienen los padres o sus familias.
"Al principio son pequeños y no se enteran, pero después cuando van creciendo se normaliza el tráfico de drogas", lamenta este miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Los comentarios que estos pequeños escuchan en sus casas es el recurrente de que tanto policías como guardias civiles son el "enemigo". Sus hijos también. Les dan órdenes para que no se junten con estos compañeros de clase. Les dicen que sus padres son "ratas". Una circunstancia que provoca una "gran preocupación y acoso" a los críos que no saben cómo actuar.

Ante el escenario en el que se encuentran, los funcionarios prefieren evitar situaciones que pueden poner en riesgo a sus seres queridos. Vivir al menos a una distancia de 20 minutos de sus puestos de trabajo.
"Al final vas pasando por la calle, te tomas una cerveza y ellos te conocen a ti", remarca otro de ellos que ha estado en el foco durante meses por una simple fotografía.
En el transcurso de una operación policial en Algeciras, un clan de delincuentes inmortalizó su imagen en la que se veía a este guardia civil trasladando a uno de los detenidos.
Esa instantánea recorrió los grupos de Telegram y WhatsApp de los delincuentes. "Vamos a por esa rata", "se va a enterar" o "pinchadle las ruedas", fueron algunos de los comentarios que tuvo que vivir.
Uno de los principales motivos de este acoso es que los tentáculos de los narcos dan de comer a muchas de las familias del Sur de España. Un dinero fácil, pero manchado por las drogas que muchos aceptan. Cantidades desproporcionadas por formar parte de las estructuras de estas organizaciones criminales que tienen muchos puestos de trabajo aunque con salarios dispares.
De cosas burdas al peligro
Y es que los criminales tienen que buscar personas para cometidos tan dispares como proteger guarderías con sustancias, descargar alijos en la playa, el menudeo de la droga, los puntos para vigilar la presencia policial o testaferros para blanquear los beneficios. Son un sinfín de puestos que proporciona mucho dinero a familias que están en el paro y tienen que vivir de las ayudas públicas.

Un ejemplo de ello es que la tasa de paro de Barbate en marzo de 2025 se situaba en el 23,39%. La cifra más alta fue en 2013 cuando superaba el 55%. En Algeciras el dato se sitúa en el 25,62%. En La Línea de la Concepción se ubica en el 32,26%. Una buena parte del dinero negro de la droga recorre la economía de estos municipios.
Los policías más antiguos de la zona han vivido esta situación desde siempre. "Comienzan con cosas burdas como pintadas en tu casa, en los coches o pinchar ruedas", recuerdan uno de inspectores que lleva años intentando sacar la droga de las calles.
La experiencia de estas décadas le sugiere que el peligro se ha incrementado. Hay líneas rojas que se han sobrepasado. El asesinato de David y Miguel Ángel en Barbate fue una de ellas. El riesgo se ha incrementado.
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