
XXI Congreso Nacional de la SED
El dolor infantil no es un juego de niños
Sufren más el tipo crónico que los adultos y, sin embargo se les diagnostica y trata menos

Solemos vincular el dolor crónico a un mal de la edad, algo a lo que a medida que nos hacemos mayores tenemos que acostumbrarnos. Pero la realidad es que no es así. O no solo. Las cifras son significativas: cuatro de cada 10 niños –unos 3,2 millones– sufren dolor crónico que afecta a su calidad de vida, una cifra muy superior a la de los adultos (26%) y que está creciendo en todo el mundo, pero se les diagnostica y trata menos que a sus mayores. Así lo han destacado los expertos reunidos en el XXI Congreso Nacional de la Sociedad Española del Dolor (SED), que se ha celebrado hasta el viernes en Málaga.
En la infancia y adolescencia es más prevalente en el abdomen, la cabeza y las extremidades, y las niñas lo sufren más que los niños. De ellos, unos 300.000, tienen «muy graves dificultades de funcionamiento físico y psicológico», según diversos estudios coordinados por Jordi Miró, director de la Cátedra del Dolor URV-Fundación Grünenthal.
A pesar de eso, «no suelen recibir el diagnóstico y tratamiento adecuados, entre otras cosas porque no hay programas especializados específicos para el manejo del dolor crónico en la población infantil y juvenil de las mismas características y recursos que sí existen para adultos», denuncia Miró. Otra de las causas del infradiagnóstico es la «falta formación de los profesionales sanitarios y de la población general, que tiene tendencia a pensar que los niños no pueden sufrir dolor como los adultos o que este les afecta menos».
También influye «la dificultad de objetivarlo con una prueba de imagen», advierte María Madariaga, presidenta de la SED. Por ese motivo, una línea de investigación en la que están trabajando los especialistas es poder detectar marcadores neurobiológicos que ayuden a la comprensión del dolor crónico. En este sentido, el congreso ha servido de marco para presentar una investigación pionera liderada por Marco Loggia, director del Laboratorio de Dolor e Imagen en Neuroinflamación del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos), que relaciona el dolor crónico con la neuroinflamación.
Una investigación vincula cada dolor con un tipo de inflamación en tejidos cerebrales
«La implicación más importante de nuestro trabajo es la evidencia emergente del papel de la inflamación cerebral en pacientes con dolor crónico. Queda por determinar si este enfoque puede utilizarse para detectar objetivamente la presencia de dolor», afirma Loggia. «Curiosamente, hemos observado que la señal neuroinflamatoria parece diferir en función del estado del dolor, con distintas distribuciones espaciales. Esto plantea la posibilidad de identificar ''firmas'' neuroinflamatorias específicas de cada dolencia que podrían ayudar en el diagnóstico y, potencialmente, en la adaptación de las estrategias de tratamiento», añade.
Las consecuencias son amplias: «Si tienen éxito, esto puede ayudar al diagnóstico, sobre todo en enfermedades que tradicionalmente se diagnostican por exclusión, como la fibromialgia. Y lo que es más importante, pueden ayudar a validar las experiencias de pacientes a los que a menudo no se cree o se estigmatiza, al aportar pruebas objetivas de cambios biológicos subyacentes», resalta Loggia
Esta línea de investigación, prosigue, «podría animar a las farmacéuticas a explorar tratamientos dirigidos a la neuroinflamación para el dolor, con fármacos totalmente nuevos o reutilizando compuestos existentes que ya han demostrado modular la inflamación cerebral en otras enfermedades, como la esclerosis múltiple». A su juicio, «es posible un futuro en el que los ensayos clínicos incorporen imágenes cerebrales como paso preliminar para ayudar a identificarlos fármacos candidatos con más probabilidades de ser eficaces y optimizar la dosificación».
Práctica inmersiva
Otra línea para combatir el dolor es la incorporación de tecnologías innovadoras y enfoques multidisciplinares para reducir la dependencia de analgésicos y mejorar la asistencia al dolor crónico, que afecta a más de nueve millones de personas en España,
En esta línea, que se enmarcan en la estrategia de la SED de nuevas herramientas no farmacológicas, están la realidad virtual con avatares y las salas inmersivas, en las que se proyecta un vídeo en las cuatro paredes, y que se ha visto pueden ayudar a reducir el dolor y la ansiedad en los pacientes con dolor crónico y mejorar la autonomía personal y la adherencia a los tratamientos. Así se desprende de diversos estudios y de los resultados de una experiencia pionera en hospitales y residencias españolas que y se presentó con una demostración interactiva a los asistentes en el congreso.
«En las intervenciones donde buscamos específicamente una reducción del dolor, ésta va muy asociada a la percepción. Por ejemplo, nuestra tecnología se utiliza en pacientes tras cirugías complejas, con mucho dolor, en los que la recuperación es muy dolorosa y lenta. La realidad inmersiva influye mucho en la regulación emocional. Es una herramienta excelente para este fin: para la psicoeducación y para enseñar técnicas de autorregulación emocional, como el mindfulness y la respiración, lo que permite lograr una menor percepción del dolor», explica Ignasi Capellá, fundador startup Broomx emplea la proyección de vídeos 360º con objetivo terapéutico.
Diversos centros sanitarios españoles ya utilizan las salas inmersivas para mejorar el bienestar de sus pacientes. En Barcelona los hospitales Valle de Hebrón, El Carme y Sant Joan de Déu Serveis Sociosanitaris. En Andalucía, los hospitales Virgen del Rocío, de Sevilla; Materno-Infantil Regional, de Málaga; y Vázquez Díaz de Huelva, y está previsto que se extienda este año a los hospitales Torrecárdenas (Almería), Puerto Real (Cádiz), Los Morales (Córdoba), Virgen de las Nieves (Granada) y Jaén, además del Regional de Málaga (adultos) e Infantil Virgen del Rocío.
En el congreso también se mostraron losresultados preliminares de un programa de realidad virtual en el hogar que consigue, según su autor principal, el fisioterapeuta Tony Donegan, de Idibaps, centro de investigación biomédica adscrito al Hospital Clínic de Barcelona, «mejorar significativamente los resultados funcionales de personas con dolor lumbar crónico».
Los pacientes, que lo sufrían desde hacía una media de ocho años, utilizaron un sistema de realidad virtual en casa tres semanas durante 20 minutos al día. El avatar tenía el rostro de cada participante y se movía en sincronía con él para realizar ejercicios terapéuticos, juegos y técnicas de relajación como mindfulness o tai chi. Los pacientes redujeron la discapacidad autoinformada y la interferencia del dolor en la vida diaria.
Por otra parte, un estudio publicado este año en «Assistive Technology» señala que la realidad virtual (RV) disminuye el dolor y el estrés en mujeres con fibromialgia. Un metaanálisis anterior de las universidades de Jaén y Almería publicado en «Efort Open Reviews» demostró que la RV es eficaz para reducir la intensidad del dolor lumbar y cervical hasta seis meses después de la intervención y que la mayor eficacia se consigue con la realidad inmersiva. Otro trabajo reciente de «Neurosurgery» comprobó que la terapia cognitiva conductual aplicada con RV atenúa el dolor y la ansiedad mediante la distracción y la alteración de la neurobiología cerebral. La investigación halló una reducción media del dolor del 33% y de la ansiedad del 46% durante el uso de la misma, lo que para los autores es una alternativa a los fármacos opiáceos sin sus efectos secundarios.
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