Opinión

Lealtad con el PSOE

Ser fiel con el PSOE no es votarle con la nariz tapada, sino enfrentarse a quien ha traicionado sus principios

Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados
Pedro Sánchez, en el Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánLa Razón

Pedro Sánchez ha descubierto que con una buena narrativa puede anular el pensamiento crítico de la sociedad. Entiende la política como un juego en el que gana quien sobrevive, siendo prescindible la razón por la que se quiere sobrevivir.No hay objetivos políticos, aprobar los presupuestos es un estorbo evitable y la gestión como, por ejemplo, asegurar el suministro eléctrico o el normal funcionamiento del servicio ferroviario, es irrelevante. El juego consiste en dibujar quiénes son los malos y quiénes los buenos para que confronten.

Felipe González en el programa «El Hormiguero» apuntó varios aspectos de lo que debería ser la acción de gobierno de un partido socialdemócrata. Es inevitable contrastar con el PSOE de Sánchez, llegando a la conclusión de que se trata de un proyecto en descomposición política.

En primer lugar, recordó cuando no quiso gobernar en 1996 porque, aunque podría haber formado gobierno, interpretó que quien había ganado las elecciones, José María Aznar, debía gobernar. Sánchez, en cambio, es presidente a pesar de no ser la primera fuerza política y consiguió la primera investidura con tan solo 90 diputados. En segundo lugar, definió gobernar como la acción de transformar un país. Tarea imposible si no hay presupuestos, porque sin política fiscal, tanto de ingresos como de gastos, solo hay demagogia y populismo. En tercer lugar, los asuntos de Estado que afectan a cuestiones sensibles, como es la seguridad o la defensa, exigen un pacto con el principal partido de la oposición, porque en un sistema de alternancia propio de sociedades democráticas, los principales partidos con opción de gobierno deben participar de una posición común.

Por último, y no menos importante, el sistema está gravemente enfermo desde el momento en que la gobernabilidad está en manos de quienes se consideran enemigos del Estado, como es el caso de Bildu o de Puigdemont.

En definitiva, el mantra repetido por la dirección del partido, de que Sánchez agotará la legislatura pese a las dificultades, es inaceptable para un socialista porque el poder no tiene sentido cuando es imposible gobernar.

Con un Gobierno afectado por varias investigaciones sobre corrupción, en el que Sumar, socio preferente del PSOE, se descompone con riesgo real de desaparición, y los independentistas y nacionalistas rebañan todo lo que pueden del Estado, fijar el objetivo principal en finalizar la legislatura, no deja de ser un acto de cinismo.

Ser leal con el PSOE no es votarle con la nariz tapada, sino enfrentarse a quien ha traicionado sus principios.

OSZAR »